En un batiburrillo cabe todo. Cabe hasta un cuánto en el lugar de un qué.
Cabe un negro (o dos), un canario de Galicia, un cañaílla de la Macarena y un astigitano de Irlanda. Un chico de trasero Prieto (leáse la parte posterior de sus apellidos), un hombre de pelo Cano, un especialista en chuletones, un corral verborreico, un crápula que descubrió el verdadero oro (líquido) de Moscú, un Guipuzcoano de Dos Hermanas y hasta un exiliado de las costas de Chipiona (servidor).
Caben discusiones políticas, futbolísticas, carnales y hasta poéticas. Por supuesto, hay lugar para la risa. Quizá ella sea la verdadera locomotora de todo el batiburrillo, porque también ella (como el propio batiburrillo) da cabida a todos. Es libre. No entiende de clases sociales. Ni de procedencias. Ni de procedencias. Ni de tamaños de miembros viriles. Sabe llegar por lo bajini cuando el alma te lo pide y a poco que se haga presente, consigue que de esa infinita mezcla de cosa y de gentes del batiburrillo siempre surja algo positivo. Y así al día de trabajo, le pone uno otros colores. Lo pinta con alegría.
El batiburrillo no atiende a razones. Atiende a emociones (en el caso de atender a algo). Y por eso puede hacer bandera del mayor disparate del mundo. Y a todas horas está en la mente de los que lo habitan, que nunca se cansan de convivir con él.
Entre tantas cosas, en el batiburrillo –apretando mucho- hay lugar hasta para el trabajo. Hay que apretar, sí, pero al final cabe. Y da buenos frutos. Es ineludible aquí hacer mención especial a la magnífica exposición de nuestro compañero Carlos Gil, muestra de la versatilidad de este batiburrillo al que ha honrado como portavoz.
Dicen las malas lenguas, que en este batiburrillo tiene un lugar privilegiado guardado la mujer. Estas fuentes (que el periodista no cita por decencia) comentan que la lista de espera por entrar en él es larga y hay palos por ver quién consigue entrar. Mientras se resuelve la contienda, el batiburrillo sigue a la espera “jirviendo”, en la medida de lo posible, en un constante ir y venir.
Ahora se abre paso entre las amplias veredas de lo virtual, y por caberle le cabe hasta un blog. ¡Anda que a este batiburrillo no le cabe ná!
PD: Se ruega al señor Pernía se abstenga de comentarios en modo Messenger. Adáptese al nuevo medio. Y al señor ZP que no intente difundir su leyenda de truhán autodesmitificándose para seguir así alimentando la rumorología y mantenerse en el candelero. Sin más, queridos comíos, un cordial saludo.
Cristóbal Santos Sáenz
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Grande, muy buen articulo sobre el fondo.
ResponderEliminarCAI
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ResponderEliminarjajajaja no lo alimento, me estoy desmitificando fruto del enamoramiento que padezco actualmente.
ResponderEliminarEres todo un poeta, truhán
mi entrada le di un toque de humor cristobal debido a que llego a mis oidos que la entrada de pabol habia generado alguna que otra tensión, pero no te preocupes que yo me adaptó a esta forma de escritura.
ResponderEliminarPD: gran entrada cristoba!!
Eres muy grande, Cristobal.
ResponderEliminarLo mejor leído hasta la fecha en cuanto a la calidad de la redacción. Original temática.
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